miércoles, 5 de febrero de 2025

 

LOS “ AYUDAS “ DE MANOLETE


                                 Trastos

 Cuatro mozos de estoques jalonan la carrera taurina de Manuel Rodríguez Sánchez Manolete, El primero de todos fue Enrique Barrera Vasallo, quien acompañó al diestro en sus primeros avatares, si bien, sólo tengo una constancia fiable, y es que le acompañó a Écija el 8 de mayo de 1934. Con tan efímero recorrido, sólo tenemos claro que en el recuento de ayudas, fue el primero que le llevó los trastos. El investigador y crítico taurino Rafael Sánchez, lo cuenta así:

…”me lo presentó Juanito Camará, tras regresar Vasallo de residir bastantes años en Francia. En una posterior charla que tuve con él, me explicó que dejó de ir con Manolete, porque el torero ya empezó a desplazarse a sitios más alejados, y podía perder mi trabajo en la Renfe, “la vista que tuve”…, añadió seguidamente”…

 

                                      Curro Molina (foto cedida por el escritor Paco Laguna)

 

El diestro, para solucionar tal circunstancia, solicitó la colaboración de un amigo de la infancia, nos referimos a Curro Molina, quien desde 1935 hasta finales del 38 estuvo a sus órdenes. Precisamente este año sintió los primeros síntomas de una cruel enfermedad, a consecuencia de la cual falleció el 27 de marzo de 1939, en el antiguo Hospital de Agudos.

Tan triste acontecimiento, hace que el califa, llame a su lado a otro amigo de la infancia, al recordado Guillermo.

Me honro con la amistad de Romy, el hijo de Guillermo, y por tanto será él quien nos ilustre sobre el particular:

…“Guillermo González Luque, nació el 23 de mayo de 1911, era por tanto seis años mayor que el “Padrino” (Romy se refiere a Manolete, tal y como le nombraban en

su casa). Guillermo, mi padre, fue algo más que “el fiel mozo de estoques”. Vivíamos en la casa contigua de la plaza de La Lagunilla.

 

                                               Guillermo prendiendo la coleta a Manolete

 

                                           Romy con Manuel Rodríguez (hijo de Palitos)

 Mi padre procedía de “gente de coleta”, pues González proviene de la familia Rafael González Madrid Machaquito, su sobrino Luís González Poggi, fue mi padrino de bautismo. Y el segundo apellido -Luque- viene de su bisabuelo Antonio Luque González Camará. Mi padre también probó fortuna en dos becerradas del Club Guerrita, pero se dió cuenta de que no tenía “mano izquierda” … y lo dejó.

Desde el día de la tragedia, mi padre permaneció al margen del toreo, quedando al cuidado de Doña Angustias, desempeñando tareas de confianza hasta la muerte de ella (10-11-1980). “…

El otro mozo de estoques, Máximo Montes “Chimo”, fue un ayuda eficaz, habilidoso para resolver problemas del día a día, fiel y organizado “archivero-contable”, de los papeles que se producían, en el devenir de figura tan importante.

El “Chimo” y Manolete

Acompañó a Manolete como ayuda, junto con González Luque, quien por otra parte, fue el compañero de equipo, el hombre más cercano entre el torero y la familia, fue sin duda, su hombre de confianza.

El Chimo se consolidó como mozo de estoques, siguiendo las sugerencias de Camará, mientras Guillermo permanecía más cerca de la familia, y en particular de doña Angustias, razón por la cual se quedó en Córdoba, y Chimo fue quien acompañó al diestro en la campaña americana de 1945/1946.

Es obvio que tuvo un trato muy cercano con el diestro, hasta el punto de que (el propio Chimo, lo comentaba en una entrevista), en Linares, el día terrible para todos, conversó con Manolete, y recuerda emocionado que le dijo: …”Me veo más enfermo que nunca, “Chimito” avisa a tu amigo…(mi amigo era el Dr. Jiménez Guinea)” …

 

                                                            Máximo Montes “Chimo”

Después del fatal episodio, volvió a su Madrid natal, y desde allí se especializó en montar espectáculos, arreglar papeles, ver toros para los empresarios, y dirigió a algún que otro novillero. En sus contactos, entregaba una una tarjeta de visita, que guardo y que dice así:

M. Montes “Chimo”

Asuntos taurinos Calle………..


MADRID…

Hubo otro personaje, que de manera circunstancial, formó parte del equipo de Manolete, el mismo día de la tragedia, que fue “Espaítas”, quien, – según cuenta Rafael Sánchez -, …”tan trágico día, estuvo presente, como ayuda del habitual mozo de espadas “Chimo”, ya que esa labor la conocía perfectamente, no en vano era una de las actividades a las que se dedicaba de vez en cuando. Otra dedicación era como mozo de maletas en la estación, y además, tenía en el llano del Colodro un pequeño quiosco, en el que vendía aguardiente y “café de pucherillo”, a los madrugadores o trasnochadores – según se mire -. El modesto recinto se le conocía por: “El Chozo Espaítas”…

“Espaítas” es el primero de la izquierda.

En la redacción de este artículo me han acompañado con sus aportaciones documentales, cuatro excelentes personas: Paco Laguna, Rafael Contreras, Rafael Sánchez y Romy. Mi agradecimiento personal.

Y aquí finaliza el recuerdo a los hombres, que prestaron todo su saber y disposición, a uno de los toreros más grandes de la historia taurina, al coloso, al cuarto califa, al torero que engrandeció un apodo tan juncal como MANOLETE…

 

Por Francisco Bravo Antibón

Montaje: José Luis Cuevas

Romy hijo de Guillermo en la ofrenda Floral a Manolete que todos los años organiza Ladis; La Montera

 

 

lunes, 3 de febrero de 2025

 

XXV ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO. GUILLERMO GONZALEZ LUQUE AMIGO, HOMBRE DE CONFIANZA Y MOZO DE ESPADAS DE «MANOLETE»


Juan Cantabrana


Texto de su hijo Romy González

 (Definición de “Mozo de Estoques/mozo de espadas”: Ayudante más próximo del matador de toros; se encarga de proporcionar al matador los trebejos/enseres durante la lidia y suele vestirlo y desvestirlo (el mozo de estoques no forma parte de la cuadrilla, pero es la figura más próxima al matador, pues en ocasiones es quien le aconseja y comparte sus éxitos y fracasos).

Antes de nada, decir que me referiré  tanto Dª Angustias Sánchez Martínez como a D. Manuel Rodríguez Sánchez como “Abuela” y “Padrino”, tal como han sido siempre nombrados en mi casa.

¿POR QUÉ SE HACE MOZO DE ESTOQUES?

  •  Mi padre, Guillermo González Luque, nació el 23 de mayo de 1911; era, por tanto, seis años mayor que el Padrino, que nació el 4 de julio de 1.917.
  • Guillermo fue algo más que el “fiel mozo de estoques” del Ilmo. Sr. D. Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”. Procedía de “gente de coleta”, ya que el apellido González, le viene de la familia de Rafael González Madrid  “Machaquito” II Califa y el de Luque por su bisabuelo Antonio Luque González, matador de toros, que fue el primer torero que utilizó el apodo “Camará”.
  • También intentó ser torero, incluso toreó dos becerradas que las patrocinaba el “Club Guerrita”, pero se dio cuenta que no tenía –como él decía- “lado izquierdo”, o sea, corazón, valor” y lo dejó.
  • Pensó que para “picador” podría servir y se entrenaba en casa de la calle Pérez Galdós, donde entonces vivía de la Abuela; mientras el Padrino daba pases con cualquier trapo que cogía, él simulaba picar con las escobas montado en el pasamanos de la escalera.

Aunque siempre estuvieron juntos, no fue su primer mozo de estoques; antes lo fue Enrique Basallo, que sólo lo acompañó en una novillada. Después entró otro amigo íntimo, Curro Molina, que prestó este servicio hasta 1937, en que falleció en plena juventud el 27 de marzo. Lo mismo que mi padre, estaba como ayudante y hombre para todo y, sobre todo, que conducía, a partir de dicho año y hasta el final, estuvo a su servicio.

Eran más que hermanos; fue su compañero inseparable en el barrio (Santa Marina y Campo de la Merced, distritos de la torería cordobesa, unidos por la “Casa-Paso»), en el colegio salesiano y en las juveniles andanzas taurinas por las cortijadas cordobesas. El Padrino lo consideraba el hermano que nunca tuvo, ya que se crió entre nueve mujeres, que lo tenían entre algodones, por la ya trágica muerte del Rafalín, hijo de la abuela con su primer marido.

Mi padre también era el único varón entre cuatro mujeres. De hecho vivían a unos 300 mts., pero cuando se casaron mis padres, se mudaron a la casa contigua de la abuela, así que estaban puerta con puerta en la Plaza de la Lagunilla. Fue su protector y defensor más celoso y enfervorizado, el guardador de sus más íntimos secretos, su chofer, su ayuda de cámara, su confidente, pero, sobre todo, su amigo del alma. La abuela nunca quiso que “el niño” se quedase sólo, sin la compañía de mi padre. Igualmente, el Padrino, cuando las campañas americanas, dejaba a mi padre al servicio de su madre.  Decía la abuela “Guillermo es muy bruto, pero muy bueno”.

 Por su gran conocimiento de los toros (decía el Padrino que era el que más sabia de toros, el que mejor toreaba de salón y el que mejor se peinaba de España), desde que salía el burel por el chiquero, ya le decía las características que tenía y la forma en que debía lidiarlo. En ese aspecto eran de pocas palabras; mi padre hablaba y el maestro escuchaba.

Excepto en  el apoderamiento (cerrar contratos, componer carteles, elegir plazas, etc.), casi toda la actividad de su   maestro los llevaba con verdadero fervor, tanto en el ámbito social como en el profesional. Al comienzo  de la temporada se encargaba de toda la logística -que no era poca-, empezando por el vestuario, tanto de torero como de calle y cuando el apoderado no podía, también se encargaba de las reservas de los hoteles, restaurantes, etc.; aparte de ello y en su labor propiamente dicha, tenía los trajes de torear inmaculados y tanto capotes, muletas, estoques, etc., siempre en perfecto estado de revista (inclusive llevaba un neceser –caja de los hilos- con agujas e hilos para coser, que le preparaba mi madre), así como los vehículos. Era muy meticuloso para eso. Los días de corrida y desde por la mañana, ya estaba preparando todo para que nada fallase. En la habitación del hotel sólo el Maestro, el Apoderado y él; en contadas ocasiones algún íntimo amigo entraba en la habitación. Después de una frugal comida comenzaba la ceremonia del vestido que lo hacía con verdadero primor. Sólo el atarle los “machos” , por costumbre, era labor del Apoderado.

  • Desde el día de la tragedia, mi padre permaneció al margen del toreo, quedando al servicio de la abuela, desempeñando tareas de confianza hasta la muerte de ésta, acontecida el 10 de noviembre de 1980. El primer día que se incorporó como asistente, lo primero que le dijo a la desconsolada abuela, es  “que le prometiese que nunca, nunca,  le pidiese hablar sobre la vida privada de su hijo”, cosa que cumplió la abuela. La paseaba todas las tardes con el “Cadillac” verde    que quedó y  que recuerdo con cariño, porque me montaba en él. Unas tardes la llevaba a la plaza de La Lagunilla a ver a parte de sus hijas, y otras a la Plaza de Las Tendillas, donde la autoridad le permitía aparcar en el “sitio de Dª Angustias”; previa charla con él (para que no le hicieran preguntas del doloroso pasado) allí venía la gente a saludarla y mi padre le decía de quien se trataba.

·         Mi padre guardó luto a su amigo del alma hasta el final de sus días; nunca salió a la calle sin que en sus prendas de vestir figurara la banda negra –que por entonces usaba- tanto en la manga de la chaqueta como en el bolsillo superior de las “guayaberas” de verano. Fueron 48 años de fidelidad  y lealtad inquebrantable, culto a un cariño entrañable, que perduró más allá de la vida y de la muerte.

  • Siempre tuvo en su boca las frases “por la Gloria de Manolo” o “Manolo que en Gloria esté”.
  • Para finalizar, sólo dos anécdotas. La primera fue que en el verano de 1984, se     presentó en mi casa Rafael Soria Molina “Rafalito Lagartijo” (“Calín” en      familia), acompañado      por Filiberto Mira, Salvador Pascual y Francisco     Cano Lorenzo “Cano”,     célebre fotógrafo taurino que tantas tardes acompañó      al Padrino y que     inmortalizó la trágica tarde de Linares. Pues bien, Cano      señaló con su índice a      mi padre y éste hizo lo propio, se miraron y sin decir         palabra, se fundieron en            un interminable     abrazo, llorando ambos.

La segunda ocurrió el día 15 de octubre de 1951. Dicho día se efectuó en la más estricta intimidad el traslado del féretro con sus restos mortales desde el panteón familiar de la familia Sánchez de Puerta (allí reposaron hasta tanto se terminara el mausoleo que construyó Amadeo Ruiz Olmos)  que es donde hoy yacen. Durante el transcurso y a pesar de la muy cuidadosa acción,   ocurrió que del arcón se    desprendió una de las asas y se la entregaron a mi            padre. A los dos días, una           vez pasado el amargo trance,  se fue a la carpintería de  Joaquín Milla Gracia,           gran amigo de los dos, y le encargó una “urna” (tenía el frontal y los lados            de cristal), en cuyo fondo de madera y sobre terciopelo rojo, se fijó la referida      asa; la puso en el aparador del salón  como si fuera el Sagrario en un altar.             Todos los días la tocaba o besaba y hablaba con él.

  • Mi padre se reunió con ellos el 19 de diciembre de 1995, pero su recuerdo quedará para siempre como un caballero, que fue fiel a su amigo «Manolete» hasta 48 años después de la trágica tarde de Linares.
  • Papá descansa en paz.

domingo, 2 de febrero de 2025

 

                                                                       MANOLETE 

CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO


CORTO DESCANSO
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       En la temporada del año 1946, Manolete está cansado, y no torea en España, es reclamado para hacerlo en la madrileña corrida de la Beneficencia; a pesar de estar retirado de los ruedos acepta torear, además desinteresadamente, sin cobrar una peseta.



La corrida se celebra el jueves, 19 de septiembre, interviniendo don Álvaro Domecq, que lidia un toro de don Fermín Bohórquez. 

             En lidia ordinaria lo hacen con ocho toros de don Carlos Núñez, "Gitanillo de Triana", Manolete, Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín. un cartel de máxima rivalidad, en la que Miguel no estaba anunciado en un principio, haciendo su padre todo lo posible porque el joven espada actuara junto con Manolete. 

             En la plaza de las Ventas, de Madrid, está perpetuando el nombre de Manolete, en una lápida, como uno de los toreros que más veces toreó la corrida de la Beneficencia gratis. 

 


AQUEL 28 DE AGOSTO
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       Reaparece en los ruedos españoles toreando el domingo, 22 de junio, del año 1947, en la plaza de Barcelona, con ganado de don Fermín Bohórquez, acompañado de Juanito Belmonte y Rafael Perea "Boni", Manolete vistió de blanco y oro. Cortándole las dos orejas y el rabo al toro "Basilisco", de pelo negro bragao. 

 

         Llegará a Linares a las tres de la madrugada del día 28 cansado, derrotado y con ganas de colgar el traje, hospedándose en el Hotel Cervantes, habitación número 42 de dos camas; le espera una cita con la inmortalidad, lo que tampoco escapó a la conquista del "Monstruo". 

           Aquella cita del 28 de agosto no podía esperar más, la corrida anuncia una corrida de Miura, para "Gitanillo de Triana", que viste de grana y oro, Manolete de rosa pálido y oro y Luis Miguel Dominguín, de verde y oro. La plaza tiene un lleno a rebosar, y de Córdoba ha partido un grupo de aficionados para contemplar al paisano. 

           En su última temporada de pasión y muerte, las críticas eran insoportables, si no torea le dicen, como por ejemplo don Gregorio Corrochano, en la feria de abril en Sevilla, de aquel año, a la que asiste de espectador: "¿Qué hace Manolete en un tendido viendo los toros desde la barrera...Más que un torero parece un banquero? 

            Ya lo dijo Séneca: "Tan grande como la turba de los admiradores es la turba de los envidiosos" 

 



              El quinto de la tarde está en el ruedo, delante tiene la figura alargada de Manolete, que le hace una faena espeluznante. A la hora de la verdad, Manolete se perfila de espaldas a chiqueros, entra muy despacio saliendo prendido del pitón de "Islero", que muere de la estocada. 








A toda prisa llevan al torero camino de la enfermería, dejando un gran reguero de sangre. Mientras tanto le cortan las dos orejas y rabo al miura para llevárselas al torero herido.


La vida se le escapa a Manolete, los médicos al mando de don Fernando Garrido, hacen todo lo posible por detener su frenética carrera; el hombre resignado, acepta que el capellán don Antonio de la Torre Sánchez, le confiese en el quirófano del hospital de los Marqueses de Linares.

           No hay muerte que achaque no tenga, con Manolete, se hicieron muchas especulaciones, lo cierto es que cuando parecía recuperado, llega el doctor Jiménez Guinea, de Madrid, sobre las cuatro de la madrugada, reunido con los médicos, requiere una nueva transfusión de sangre, los facultativos le aconsejan que no se le haga.
               Se inicia con plasma sanguíneo que ha traído el propio don Luis, al que Manolete, le dice a los pocos segundos de iniciada: "Don Luis no le veo". "No me siento las piernas".


               A las cinco y siete minutos de la madrugada, el torero mariscal y guerrillero, inclinaba su cabeza hacia su lado derecho y dejaba de existir.

Pirograbado de la muerte de Manolete, obra de José Luis Cuevas

        A la diez de la mañana del día 29, salía de Linares, en un moderno ataúd de madera el III Califa de la torería cordobesa, camino de la Córdoba que le vio nacer. 

          Al día siguiente a hombros por última vez, es paseado por las calles de Córdoba, camino del descanso eterno, causando un recuerdo imborrable para todos aquellos que vieron el cortejo fúnebre, en una ciudad conmocionada por la tragedia. 

 

 





          En Linares, quedó su última lección de pundonor entrega y profesionalidad. Plegó su muleta prodigiosa definitivamente y sus avíos de profesor, se apagó también la última crítica.

SU APODERADO
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       Don José Flores "Camará", nacido en el barrio de la Merced, el 7 de mayo de 1899, fue un matador de toros doctorado el 21 de marzo 1918, de manos de Joselito en presencia de Saleri II, despachando al toro "Amargoso", de Benjumea. Actuando por última vez en Córdoba, el 27 de mayo de 1926. 

        Retirado de los ruedos siguió vinculado con el mundillo taurino, llegando a montar como empresario, espectáculos en la plaza de los Tejares, en Córdoba, 

         En Écija, el 25 de octubre del año 1936, torea Manolete un festival junto con Antonio de la Haba "Zurito", "Palmeño", "Gitanillo de Triana" y Antonio Pazos. 

             Cuando Manolete está toreando se lanza al ruedo un espontáneo, que no es otro que el propio "Camará", quien se fija en el joven torero, para a partir de aquella fecha coger las riendas de apoderamiento. 

             Entre aquellas dos personas no hubo contrato, la palabra de dos caballeros estaba por encima de cualquier documento. 

             Don José Flores, llevó la administración artística y económica de Manolete, de manera honrada y brillante. Ahí está la fortuna de Manolete. No separándose del torero desde que le amarraba los machos del traje de luces en el hotel, hasta que volvían juntos de la plaza. Manolete se crecía al ver como tenía un hombre que velaba por sus intereses y por su carrera artística. 

             Don José flores "Camará", falleció en Madrid, a las siete y media de la mañana del día 25 de febrero de 1978, siendo enterrado en el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud, en Córdoba. 

 

 

Manolete, Camará, Cantimplas, Barajas, Pinturas, Atienza y Chimo, miembros de la cuadrilla y apoderado


Guillermo mozo espada de Manolete y Paco Laguna, autor del libro, Manolete cien años de su nacimiento



MANOLETE MONUMENTOS DE CÓRDOBA
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Su casa en la Plaza de la Lagunilla,

RESTAURACIÓN DEL BUSTO DE MANOLETE PLAZA DE LA LAGUNILLA

Su descanso eterno





MANUEL L. RODRÍGUEZ SÁNCHEZ "MANOLETE"
HIJO PREDILECTO DE LA CIUDAD DE 
RDOBA



El año de Manolete
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Amaneció 2017 con el centenario del nacimiento de Manolete...", celebración de la pervivencia y actualidad de un mito...", reza el folleto preparado al efecto de la comisión organizadora. En las fotos que se incluyen en este ejemplar con el que Onda Cero Córdoba quiere unirse a esta celebración, aparecen distintos momentos y personas que con sus conocimientos y presencia, han querido contribuir a este homenaje focalizando especialmente en la Tertulia El Castoreño y la sala Oribe. 

Ha sido un año redondo, pero debemos reconocer y muchos pensamos que ha faltado un festejo taurino al que, con toda seguridad, se habrían unido matadores, ganaderos y afición, llenando un Coso de los Califas donde tradicionalmente el cemento es el protagonista. Con este centenario, los organizadores de las actividades que se han realizado y la comisión encargada de llevarlas a cabo, han cumplido ampliamente con su cometido, como se pueden ver en las instantáneas que nos presenta Cuevas, es decir, nuestro amigo José Luis Cuevas. 

 

Onda Cero Córdoba













José Luis Cuevas Flores

Texto, Maquetador, Montaje y Fotografías


 CUARTA  PARTE