NUMERO 65
Dinastía Fernández
Cayetano Fernández Fernández.-
La noche y el día se desposaron, la gracia gitana, el cante por soleá, y la sonrisa de oro, celebraban el nacimiento del calé Cayetano Fernández Fernández, “Cayetano de Julia". De ascendencia taurina (hijo de novillero, su tío matador de toros, el andujareño Herminio Fernández y también su primo Juan de Félix). Viene al mundo el 28 de agosto de 1968 en la cuidad de la Mezquita. Cordobés y romaní, y en sus ojos brillan los rayos de sol de su alegre Andalucía. Desde churumbel le tenía enajenado el sueño de ser torero. En Priego de Córdoba viste de luces por vez primera, el 5 de septiembre de 1984. Como la guitarra que desgrana arpegios moros y el cordelaje trinos y trémulos como los rayos del sol en primavera, el torero cañí, interpreta su cante torero y el aire de la serranía le trae la flor del éxito.
Vive un alba de esperanzador horizonte y desparrama aroma de torero caro por distintos redondeles, que le lleva a torear ochenta novilladas sin picar hasta que debuta con los montados, el día 6 de febrero de 1988 en Motril (Granada), llevando como compañeros de terna a Juan Carlos Caro y al sevillano Domingo Valderrama. Las reses son del hierro de don Diego Romero Gallego, de Alcalá de los Gazules, (Cádiz). Hasta la alternativa, Cayetano de Julia, torea un total de sesenta novilladas picadas repartidas entre España, Francia y Portugal, consolidándose como un torero artista, gitano, de corte apaulado, al que no todos los toros le ayudan, dado su peculiar estilo y forma de entender el toreo, sin duda alguna, expresivo y con fundamento.
Después torea dos novilladas más y, cómo dicha amada, en el umbral de la feria, logra tomar la alternativa en su ciudad natal (Córdoba), el 23 de mayo de 1995, de manos de Rafael Camino, actuando de testigo su paisano Rafael Jiménez González “Chiquilín". Los toros eran del hierro de Murteira Grave.
El de la ceremonia figuraba en la tablilla colgada en la puerta de toriles con el nombre de Málaga, 609 kilos de peso y el número 43 marcado en el costillar. El público paisano lo acoge con curiosidad y esperanza, pensando que puede desarrollar el arte en la línea de genialidad de los toreros de su raza, pero al estar poco toreado y la tremenda dificultad de matar dos toros de una ganadería de las consideradas duras, obtiene en razón a su valentía, cariñosos y fuertes aplausos. Y ¡misterio!, la suerte le vuelve a ser esquiva. La ilusión se quiebra, como caña de maíz azotada por el viento huracanado, con olores de tragedia. El torero tiene que ingresar en la Clínica Universitaria de Pamplona para ser intervenido de cáncer de colon, extrayéndole un metro del intestino grueso, quedando a posteriori completamente limpio. Después de numerosas sesiones de radioterapia y quimio, reaparece en el año 1997 para torear en un festival en la ciudad alcarreña de Guadalajara, cortando los máximos trofeos (dos orejas y rabo), después de realizar una extraordinaria faena.
Qué breve es la claridad al igual que la existencia de las flores, ¡que poco dura la ilusión y la ventura! Ya no vuelve a torear hasta el año 1999 que contrata dos corridas en Fuenguirola (Málaga), alternando con Ricardo Ortíz y Pedro Pérez “Chicote de Granada”, con ganado de Flores Albarán e Isaías y Tulio Vázquez respectivamente, cortando en cada corrida tres orejas y saliendo a hombros de los aficionados que llenaron los tendidos.
En el 2002 por la amistad que le une a su padre con el que fuera novillero Mariano Fernández, más conocido “El Gitano Rubio", pasa ese año en Sanlúcar de Barrameda entrenando con el maestro Rafael de Paula. Al año siguiente torea varios festivales en la provincia de Málaga cortando los máximos trofeos. Tiempo de seguirillas, soleares, alegrías y otros cantares, que con guitarras y jipíos calman sus penas. Entonces decide confirmar en Madrid, le piden para ello, que haya matado al menos diez corridas de toros. Busca toros por mil sitios imposible para él. Pierde confianza y la cosa empieza a cambiar para Cayetano de Julia. No hay continuidad y la imagen de auténtico artista del toreo, se va transformando en una deformación plástica del mismo, él que sabía hacerlo como los ángeles, se ve incapaz ya de crearlo ante los bureles.
No pasa mucho tiempo en agitarse su escorzo gitano, como vara de fresno. El brillo de sus ojos se va empañando y se pregunta: ¿de qué barro estoy hecho? Entonces decide buscarse una nueva aventura, una nueva vida por otros derroteros que el horizonte vislumbrase con más claridad, y elige otro arte….el arte culinario.
Situado en un enclave previlegiado, en el mismo corazón de la judería. A tan solo unos metros de la puerta de la Mezquita de Córdoba.
Además, Cayetano tiene el placer de presentar a los clientes de su restaurante, una carta con un muestrario gastronómico taurinísimo.
Y…PA' REMATÁ, no quisiera olvidarme decir, que en el faldón del mostrador que da a la calle Velázquez Bosco, (antigua Comedias) hay escrita una frase de un genial torero. Su nombre: Rafael de Paula, y dice: “El torero es como los vinos, con los años va cogiendo solera”.
Desde entonces la vida del diestro calé, transcurre tranquila y sin sobresaltos…
Compositor y Letrista.
Escalera del Éxito 176.-
Escalera del Éxito 254.-
Unas fotos y carteles de Cayetano de Julia
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