REVISTA EL CALLEJÓN CÓRDOBA
NUMERO 17
“MANOLETE”:
CAUSA DE SU MUERTE
Retrato de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”,
óleo de Miguel Del Moral Gómez (pintor del grupo Cántico), realizado
“post-moten”, que presidió el salón de la casa-palacete de la Avda. de Cervantes
de Córdoba.
Las leyendas que han utilizado a “Manolete”
como protagonista.-
Desde que se produjo la muerte de Manuel
Rodríguez Sánchez “Manolete”, las leyendas en torno a su figura, como
torero y como persona, comenzaron a circular a la velocidad de la luz. Fábulas
sobre su salud; su carácter; sus dineros; sus creencias; su madre doña
Angustias; su novia Lupe Sino; y, en menor escala, sobre su tauromaquia.
Tres fotos clásicas de “Manolete”: de calle como
hombre, de corto como campero y de luces como torero.
Un cuerpo débil con bastante buena salud.-
De la supuesta mala salud “Manolete” se
ha dicho de todo: que estaba tísico; que tenía un mal digestivo desde niño; que
consumía en exceso de todo: tabaco, alcohol, mujeres y… ¡drogas. Pero lo cierto
es que “Manolete” era una persona normal en su vida y sus costumbres que, como
cualquiera, se “salió del tiesto” en alguna ocasión y como… “una vez
mató un perro y lo llamaron mata-perros…”
¿Qué fumaba? Como casi todos los
varones de su época incluidos los toreros, con escasas excepciones.
¿Que “Camará”, su apoderado,
se enfadaba cuando lo veía con el pitillo en las manos? Sí, porque había que
cuidar la salud de “su” torero, que era la “gallina de los huevos de
oro” y tenía que seguir poniéndolos mucho tiempo.
¿Qué bebía? También, un fino o una copa
alguna vez, menos que cualquier de su edad. Sin embargo, alguno que ha
alardeado de ser “amigo suyo” –con afán de notoriedad y faltando a la
verdad–, ha dicho que tenía adicción compulsiva al whisky.
¿Qué le gustaban las mujeres…? Por
supuesto. Pero si lo que quieren decir es que algún día de descanso fue con sus
amigos a “divertirse” a no sé qué casa de “alterne”, pues
también…, muchas menos veces de las que han contado y sin que ello fuera signo
se ser un vicioso obsesivo de la perversión erótica con el que, quienes,
posiblemente, apenas lo conocieron, lo han calificado muchos años después de su
muerte. (Ver Nota nº 1)
Pero desde que conoció a Antoñita
Bronchalo Lopesino “Lupe Sino”, las supuestas juergas y correrías –cuyo
número se ha exagerado–, desaparecieron, porque junto a ella fue un hombre
feliz, cosa que sus amigos sabían porque él se lo hizo saber. (Ver Nota nº
2)
¿Qué tenía “tisis congénita” o
enfermedad similar…? Falacias sólo admitidas por personas ignorantes.
¿Qué “Manolete” no era un hombre atlético,
ni robusto…? Tan cierto como que, para su profesión, era de contextura débil y,
se podía pensar o más bien suponer, que era propenso a enfermar con facilidad.
Pero ni siquiera se podía decir que fuera anémico, porque aguantó la dureza de
torear hasta 92 veces en la temporada de 1944, y sufrió 15 cornadas y lesiones
en nueve años, incluido un accidente de automóvil. (Ver Nota nº 3)
“Manolete” sometiéndose a una cura de la
fractura de clavícula izquierda, del 29 de junio de 1945 en Alicante, donde se
aprecia la estrechez de hombros y la delgadez del brazo.
Y de su adicción a las drogas… ¿es
creíble que personajes más o menos conocidos dijeran, muchos años después de
morir “Manolete”, que varias veces lo habían visto “coquetear con
sustancias…”? Una indemostrable fábula, que ha servido para “alimentar”
de falsedad y manipular el guión de una película que nunca debería haber visto
la luz.
Como torero: serio. Como hombre: cabal.
¿Qué “Manolete” era serio…? sin
duda, era un tipo “senequista”, muy al estilo cordobés, correcto, nada
parlanchín, poco amigo del jolgorio, sencillo y cordial en su trato íntimo, que
procuraba siempre ser cabal dentro y fuera de la plaza y lo hacía con señorío y
humildad, características muy suyas.
Y prueba de ello es que los que eran
sus amigos desde antes de empezar a destacar como novillero, lo siguieron
siendo hasta el último día de su vida, desde su primo hermano Manuel Rodríguez “Palitos”,
pasando por su íntimo Rafael Roca, y terminando por los de su charpa siempre:
Manolo y Baldomero Sánchez de Puerta, el doctor Moreno Salinas, Enrique León,
etc. Todos se mantuvieron fieles a su amistad más allá del 29 de agosto de
1947, hasta el último día de vida de cada uno de ellos.
Todos recordaban con añoranza aquellas
tertulias en el Restaurante de Hijos de Miguel Gómez (Ver nota nº 4)
donde también acudían personajes ilustres del ambiente taurino cordobés, como
el ganadero Eduardo Sotomayor, “Zurito”, “El Pelu”, “El Niño Dios” o “Camará”.
También
sus compañeros de profesión hablaron siempre de él como una gran persona y un
mejor amigo, que si en la plaza no se reía era porque, para él, torear era lo
más serio que había en el mundo.
Pepe Luis Vázquez o Carlos “Arruza”,
con los que pudo tener cierta competencia, admiraban y querían a “Manolete”
por encima de cualquier otra diferencia. Don Álvaro Domecq lo acogía en su casa
como si alguien de la familia se tratara. Y Luis Miguel Dominguín, al que
acusaron de enemistad, falsa e inexistente, y llegaron a “culpabilizar”
de lo ocurrido en Linares, manifestó siempre su admiración, respeto y recuerdo
entrañable hacia “Manolete”.
Luis Miguel nunca olvidó las palabras
premonitorias que le comentó “Manolete”, en la habitación nº 42 del
Hotel Cervantes de Linares la noche previa al 28 de agosto, referentes a la
exigencia del público hacia las figuras del toreo, que él también tendría que
sufrirla. Así lo cuenta Luis Miguel en la película “Yo he visto a la muerte”
de José María Forqué.
Con Pepote Bienvenida; Pepín Martín Vázquez y
Carlos Arruza.
Un millonario con merecimientos.-
¿Qué “Manolete” tenía mucho
dinero…? Jamás lo ocultó. Un día le dijo a Álvaro Domecq: “He ganado más
dinero que cinco generaciones de mis antepasados juntas, pero no he podido
disfrutar de ese dinero. Estoy deseando retirarme, pero cuando todavía esté
entero…”.
Era el torero que más dinero había
ganado…, pero también el que más repartía, porque su apoderado, subalternos de
a pie o a caballo y mozos de estoques eran los que más ganaban, y si alguien se
le acercaba con una necesidad y esperando su auxilio…, si en su mano estaba
ayudarle, era generoso y desprendido. La misma generosidad que empleó para
insertar publicidad en los medios de comunicación taurinos que, dicho sea de
paso, no le hacían ninguna falta.
Pero si todas esas razones no fueran
suficientes para justificar que ganara tanto, si que lo fue la sacrificada vida
que llevó a lo largo del tiempo que estuvo en la élite de la torería. Viajes,
incomodidades y miedos, de los que una parte importante provenían por tener que
aguantar improperios, críticas, insultos e incluso algún intento de agresión
por parte de quienes “no lo soportaban”. Amén de las intransigencias, a
veces injustas, de quienes lo culpaban de: lo caras que eran las entradas; que los
toros fueran chicos; que otro estuviera mejor que él; de lo poco que se “entregaba”;
y hasta de que la Guerra Civil la ganara Franco.
Y a cambio de tanta ingratitud, él se
jugaba la vida cada tarde con una encomiable honradez profesional, sin
importarle la categoría de la plaza donde actuaba.
Catorce veces derramó su sangre en la
arena desde que tomó la alternativa, la primera el 10 de septiembre de 1939 en
San Sebastián y la última, antes de la fatídica de Linares, el 16 de julio de
1947 en Madrid. Y terminó entregando su vida, a los 30 años y sin haber tenido
tiempo de disfrutar de todo lo que con tanto sacrificio y esfuerzo había
conseguido.
En su despacho, en la terracita exterior y en el
patio interior de la casa-palacete, que compró en 1942, y que tuvo poco tiempo
para disfrutarla.
Su fortuna fue siempre una incógnita.
Se supo que las dos fincas que compró, una en Hornachuelos llamada “El
Carrascal” y otra en Torres Cabrera que se llama “El Alcaparro”, las
escrituró en catorce millones de pesetas…, y un pico menos valdrían la
casa-palacete y los tres coches: el Buick, el Mercedes y el Hispano-Suiza. Se
dijo que en metálico dejó unos treinta millones… y que en América tenía
inversiones y ahorros… ¿Dónde…? en Nueva York y en México, a criterio de los
más entendidos, pero… ¿cuánto…? y ¿quién se los quedó…? ¡Misterio o secreto…! Y
a su amada “Lupe Sino”… ¿le dio algo en vida…, mucho, poco…
o no le dio nada?
Según dijeron las malas lenguas, los
albaceas testamentarios hicieron tan finamente los números que inventariaron
todos sus bienes por poco más de nueve millones de pesetas (unos 55.000,00 €).
¿Verdad, leyenda… u otra gran “mentira”?
Sus creencias e ideologías.-
De “Manolete” se han dicho cosas
tan contradictorias como que colaboró con Franco… “para tener distraídas a
las masas… como el prototipo del nuevo patriota”… y al mismo tiempo, “en
voz baja”, se decía que era republicano y, que en México pidió reunirse con
los socialistas exiliados.
Ni lo uno, ni lo otro. “Manolete”
era muy español y orgulloso de serlo, y llevaba su españolidad a México, a
Colombia, a Perú, o a Nueva York.
Durante la Guerra Civil española, luchó en
el bando Nacional, en el Regimiento de Artillería nº 42, con base en el cuartel
de San Rafael de Córdoba, lo que nada significa, porque la mayoría de los
españoles pelearon en uno u otro bando por causas geográficas más que
ideológicas.
Él era una figura popular que el
régimen de Franco utilizó de reclamo mediático, como la de cualquier otra
personalidad relevante que viviera en España y tuviera fama internacional. El régimen lucia internacionalmente, tanto a Zarra el
futbolista, como a Antonio el bailarín, al pintor Salvador Dalí, e incluso
también, aunque involuntariamente, a insignes republicanos que volvieron del
exilio a España, como Ortega y Gasset, Gregorio Marañón o Pérez de Ayala.
Lo de que “Manolete” se reunió
con los socialistas en el exilio a petición propia, falso. Fueron los españoles
exilados en México, socialistas y no socialistas, algunos fuera de España desde
antes del sexenio republicano los que le pidieron que asistiera a un acto
organizado en honor del historiador cordobés Jaén Morente, y “Manolete”
accedió con sumo gusto (Ver nota nº 5).
Donde no cabían dudas, era en las
creencias religiosas de “Manolete”. Era ferviente devoto, cuyos credos
había mamado desde niño, en su periodo escolar con los Salesianos y a través de
la educación familiar, ya que su madre era muy religiosa.
Manuel sentía una gran devoción hacia
la Virgen de los Dolores, la que reside en la plaza de Capuchinos o del Cristo
de los Faroles, y también por Jesús Caído de San Cayetano, de cuya Hermandad,
la de los toreros, fue Hermano Mayor desde 1939 a 1943. Y siempre llevaba sus
medallas al cuello y a ellas se aferró en el hospital de los Marqueses de
Linares, cuando pidió confesión y se preparó para el tránsito hacia la
eternidad.
“Manolete” hizo su Primera Comunión en el
colegio María Auxiliadora de los Salesianos. A la derecha, portada del
calendario que la Hermandad de Jesús Caído ha editado en 2022 para conmemorar
el 75 aniversario del fallecimiento de su Hermano Mayor Honorario.
El amor materno filial.-
Sus relaciones materno-filiales,
también han sido tratadas y “maltratadas” en profundidad. Sus amigos y
allegados sabían que tenía veneración por su madre y, ni la oposición a su
relación con “Lupe Sino”, pudo enturbiarla.
Ha habido quien ha considerado que
la madre ejercía un amor absorbente que inundaba las relaciones materno-
filiales de autoritarismo y hacía que el ambiente fuera irrespirable y
asfixiante para el hijo.
“Manolete” con su madre. Doña Angustias: en la
casa de La Lagunilla; en la nueva casa-palacete; y dándole un cariñoso beso.
Orígenes y causas de la muerte de “Manolete”.
“Manolete” murió porque el toro “Islero” le metió el
cuerno derecho en la ingle de su pierna derecha, y negar tan aplastante verdad,
es una solemne estupidez. Esa es la única “causa origen” de su muerte:
si no hubiera habido cornada, no se hubiera muerto.
A partir de ahí se pueden analizar
otras circunstancias que confluyeron y ayudaron a que se produjera la cornada,
a que ésta fuera muy grave y, finalmente, se convirtiera en inevitable la
muerte del mejor torero del mundo.
Empecemos por una serie de preguntas
sin respuesta que formaron parte causante de la tragedia: ¿Qué necesidad tenía “Manolete”
de ir a Linares a lidiar Miuras, a dos meses vista de retirarse…? ¿Por qué
cambió “Camará” los toros reseñados para Linares, por los que estaban
previstos para Albacete…? ¿Por qué insistió “Camará” para que “Gitanillo
de Triana”, al que le había correspondido “Islero”, lo cambiara por
el segundo toro de “Manolete” …?
Sigamos por la debilidad
físico-psíquica de “Manolete”. Es posible que aquel fatídico día no
tuviera la “buena salud” necesaria… y su estado anímico, sometido a
tantas presiones, tampoco fuera el mejor para superar trances traumáticos.
Ambas circunstancias pudieron influir tanto en que la cogida se produjera como
en las malas consecuencias de la misma.
Para que ocurriera la tragedia tuvo
mucha influencia el que “Manolete” saliera a torear a “Islero” espoleado
por su pundonor o vergüenza torera, porque él había estado regular con su
primer toro y Luis Miguel le había cortado una oreja al suyo; y porque al
empezar la lidia de su segundo enemigo hubo gente que le pitó y recriminó su “desgana”.
El aprecio y las buenas relaciones con
Luis Miguel, eran mutuas. Pero el joven Dominguín acababa de llegar al
escalafón superior con tanta juventud como ambición, y “Manolete” tenía
un amor propio exacerbado, aceptaba cualquier competencia y no permitía que
nadie le pisara el terreno. Él era, de verdad, el número “UNO” y no
consentía que nadie se lo quitara. Su vergüenza torera fue siempre sello de su
casta. En ninguna plaza, ante ningún compañero ni frente a ningún encaste dio
un paso atrás, y Linares, Luis Miguel y Miura, no iban a ser la excepción. Y,
además, los silbidos y “acusaciones” que escuchó cuando salía a lidiar a
“Islero” fueron acicate para entregarse al límite, sin importarle
terrenos, querencias, trapíos o condiciones del enemigo.
Tres instantáneas de “Canito” durante la faena
de muleta a “Islero”
“Islero” no tenía condiciones para triunfar. No era un
toro bravo, ni noble, ni pastueño y, además, tenía querencias inciertas, casi
siempre hacia las afuera y otras veces hacia un lugar concreto cerca de tablas,
a pesar de lo cual “Manolete” lo toreó como si se tratara de un toro
boyante.
Otra causa que dicen pudo influir en
que se produjera la cornada es que en uno de los encuentros con el caballo de
Ramón Atienza, éste le metió la pica en el mismo boquete anterior y se partió
el palo, quedándose el casquillo dentro al toro, y haciéndole de “quemazón”
para complicar y dificultar su lidia.
Al llegar la hora de la suerte
suprema, “Manolete” tenía las orejas en el bolsillo y bastaba buscar el
terreno adecuado, entrar rápido metiendo la estocada con habilidad y que el
burel doblara las patas. Sin embargo “Manolete” entró muy despacio y a
ley, como siempre hacía, con el brazo izquierdo ligeramente encogido, dándole
toda la ventaja al marrajo que sólo tuvo que girar la cabeza hacia la derecha y
estirar el cuello para engancharlo por la ingle.
Dos fotos de “Islero” muerto en el patio de
arrastre, ambas de “Canito”
Grandes estoqueadores han repetido
muchas veces que el brazo que mata es el izquierdo, el que da el pase de pecho
necesario para que el toro salga del envite. La muleta hay que meterla lo más
abajo posible de la cara del toro, intentando “clavarle el pincho del
estaquillador en el hocico”, o “que el toro muerda la muleta”…
“Manolete” se apartaba de estos “cánones” al ejecutar la suerte, con un
estilo más emocionante y arriesgado, y encima, en Linares, lo hizo más despacio
que nunca... y a partir de ahí, todo dependía de los destrozos que hiciera el
pitón, del acierto de los galenos y de la capacidad de recuperación del herido.
Dentro de la gravedad, que nadie ocultó,
todo fue suficientemente bien para que el herido saliera a flote, aunque
quedara cojo para el resto de sus días…, hasta que, con la mejor intención de
ayudar a que la recuperación fuera más rápida, le metieron en vena un plasma
desecado de origen noruego (Ver nota nº 6) que lo llevó a la
muerte en escasos minutos.
Imagen del estado en que quedaron los
alrededores del puerto de Cádiz, después de la explosión de la dársena de la
Armada Española, el martes día18 de agosto de 1947.
NOTAS.-
Nota
nº 1.- Algunas personas que apenas conocieron
a “Manolete” o que se han dejado llevar por un afán de notoriedad un tanto
oportunista, en entrevistas y declaraciones periodísticas, han manifestado que
a “Manolete” le gustaba el whisky, que esnifaba cocaína y que tenía
apego a las casas de lenocinio con ambientes erótico-sexuales exóticos: “En
noches en las que se veía obligado a festejar algunos de sus triunfos… se
explayaba, recurriendo al whisky como bebida más frecuente… Respecto al consumo
de algunas drogas… aseguraba haberlo visto tomar algunas veces cocaína… llegó a
conocer algunas de las manías sexuales de "Manolete", como la
de disfrutar en algunas de esas alcobas decoradas a la manera de los
"meublés" barceloneses, con espejos en los techos”. (sic.).
Nota
nº 2.- Sobre las relaciones de “Manolete”
y “Lupe Sino” se ha vertido mucha basura sin fundamento. En “El
Periódico de Extremadura” del 14 de enero de 2007, se “analiza” el
libro “Manolete: La vida y los amores de un torero de leyenda” del
periodista catalán Juan Soto Viñolo a través de un artículo titulado: “Manolete
fue un adicto a las juergas con whisky y coca”, y se subtitula
diciendo: “Un libro ahonda en los amoríos del torero cordobés con Lupe Sino”. Y
entresaca algunos párrafos del mencionado libro, tales como: “Manolete
se encoñó porque la guadalajareña era jaca fina, experta con sus armas de
mujer, y el espada, un pardillo de casi 30 años, medio virgen, que se rindió
ante una lagarta con muchas corridas a la espalda en el albero de Perico
Chicote” (sic.) Y remata diciendo: “A Manolete no le importó que se
ganara la vida como… (y califica de forma gratuita, artera e insultante
incluso a familiares del propio torero) … ni que su cuadrilla y su propia
madre –Angustias Sánchez– la apodaran la serpiente” (sic.) Tal sarta de
falsedades, verdades a medias y ocultación de lo que sí era cierto, solo
merecen repugnancia hacia quien las escribe por obtener notoriedad, sin
calcular el daño que hace a la memoria de quien ya no se puede defender.
Nota
nº 3.- La enjuta, estilizada y un
tanto desgarbada figura de “Manolete”, o la cara de agotamiento físico
de sus últimos meses, aumentó su fama de enfermizo. Dicen que su mal se debía a
un problema digestivo debido a una mala alimentación infantil. Seguro que hoy
día le habrían diagnosticado una hernia de hiato, un problema vesicular, o una
úlcera péptica. Siempre se especuló con su debilidad física y su propensión
enfermiza, hasta asegurar que la muerte le sobrevino por un shock de carácter
neurótico, que originó la disfunción del corazón, pulmones y riñones. Que todo
se debió a un estado de debilidad emocional, y el shock nervioso hizo que
órganos vitales perdieran la sincronización necesaria. Esto suena a “ciencia-ficción”,
pero coincide con la causa real de la muerte del diestro cordobés, producida no
por una situación de angustia vital o neurótica, sino por un plasma desecado en
mal estado que se le suministró, que producía la: disfunción de órganos vitales
y causaban la muerte, a “Manolete” y a cualquier persona a la que le
aplicaran dicho plasma.
Nota
nº 4.- El Restaurante Hijos de
Miguel Gómez, estaba en la esquina de las calles Marqués del Boil y Morería, a
un paso de la plaza de las Tendillas. Era popularmente conocido como Casa
Miguel Gómez, su primitivo nombre, pero en realidad desde el 15 de octubre de
1916, en que falleció Miguel Gómez Pavón, sus dueños eran sus hijos Francisco e
Ignacio Gómez Romero, que eataban
emparentados con “Manolete, porque su hermana mayor llamada
Concepción, se casó con un hermano de “Bebe chico” y “Manolete
padre”, llamado Francisco Rodríguez Sánchez.
Nota
nº 5.- Las falsedades en torno al
encuentro de “Manolete” con los “españoles de México” parten de
decir que “el torero pidió reunirse con los “socialistas republicanos
exilados”. También se dijo que, después, fue a un hospital de México a
visitar al historiador cordobés y notable republicano Antonio Jaén Morente, que
estaba en situación de enfermo terminal. Lo cierto es que el acto al que
asistió “Manolete” como invitado, era un homenaje a dicho eminente
historiador, al que también asistieron otros artistas e intelectuales
cordobeses como el poeta de Puente Genil Juan Rejano, el también poeta Pedro
Garfias, el periodista Fernando Vázquez Ocaña y el arquitecto turolense, que
dejó casi toda su obra en Córdoba, Francisco Azorín Izquierdo. En dicho acto
fue donde, parece ser, que “Manolete” pidió que quitaran la bandera
republicana, porque podría causarle problemas a su regreso a España. Antonio
Jaén Morente, en 1937 estaba de embajador en Filipinas, de allí paso a Ecuador
en 1942 y un año después a Costa Rica. En 1953 fue amnistiado y pudo regresar a
España, donde sólo estuvo hasta 1955, volviendo a Costa Rica, donde falleció el
8 de junio de 1964 a los 85 años de edad, pero
nunca residió en México, aunque algunas fuentes dicen que murió en el santuario
del Cisne de México, en la antigua clínica del Dr. Narcia.
Nota
nº 6.- El tristemente famoso plasma
desecado de origen noruego se le aplicó a “Manolete”, para favorecer su
recuperación, por imposición del Dr. Don Luis Jiménez Guinea, contra la opinión
del Dr. Garrido Arboledas y los demás médicos presentes. En aquel momento no se
sabía que dicho plasma estaba en mal estado, y que producía la disfunción de
órganos vitales. Tampoco que estaba causado estragos entre los heridos de la
Segunda Guerra Mundial, ni que produjo funestos resultados en la famosa
explosión de Cádiz, ocurrida el 18 de agosto de 1947, cuyo estruendo se llegó a
oír en Sevilla, que fue causada por unas minas rusas de la Guerra Civil,
procedentes de Cartagena, que se habían depositado en la Base de Defensa
Submarina del Arsenal de la Armada en Cádiz. Hubo 150 muertos, de los cuales al
menos 16 fueron a consecuencia de aplicarles el famoso plasma noruego.
BIBLIOGRAFÍA
¡Manolete!
El dolor de su vida y la tragedia de su muerte.
Por
Manuel García Santos
Edición
propia del autor, 1947
El
toreo en Córdoba. Historia del Toreo
Por
José Luis de Córdoba
Editorial
Nebrija 1980
Córdoba
en la historia del toreo
Por
José Luis de Córdoba
Publicaciones
del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba – 1985
“Manolete”
en el recuerdo.
Por
José Luis de Córdoba
Cajasur
– Córdoba – 1990
Manuel
Rodríguez Manolete. A los 50 años de su muerte y a los 80 de su nacimiento.
Por
Fernando del Arco
Egartorre
– Madrid – 1997
50
años de Manolete
Coleccionable
Diario
Córdoba y Cajasur – 1997
Manolete
y su época
Fundación
Andaluza de Tauromaquia
Sevilla
- 1997
Líderes
del Toreo (1ª parte)
Cayetano
Melguizo
Intermedio
Ediciones – Guadalajara - 2015
Recopilación
de información y textos de
Cayetano Melguizo
Cabanillas del Campo 28 de febrero
de 2022




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