REVISTA EL CALLEJÓN CÓRDOBA
ANTONIO CAÑERO BAENA
DEL CAMPO A LA PLAZA
Ante la historia del toreo, los datos nos tienen
acostumbrados a demostrarnos, que cuando ésta carece de figuras, tiene aspectos
de pobreza artística y poco ambiente popular, es decir carece del hecho
<<crear afición>> salta al redondel un nombre con aires, para darle
de nuevo esa vitalidad que toda fiesta necesita, y que es el seguimiento
popular.
El aire que trae
el nombre hará que la fiesta se fije en el personaje, con todo lo que trae
encima, que siempre traerá en su tauromaquia algo nuevo y revolucionario, para
que el público le siga y de nuevo la fiesta tome fuerza.
La fiesta andaba
un poco de crisis por falta de lidiadores con autoridad, estando necesitada de
variedad necesaria para se un espectáculo lucido y variado. El momento no pudo
ser mas oportuno, porque la variedad y el espectáculo lucido y además nuevo lo
trajo don Antonio Cañero, un cordobés que doma potros para el Ejercito, y le
rendia culto al animal que más quería como era el caballo. Gustándole correr
toros en el campo, practicar el acoso y derribo y participar en faenas
ecuestres a campo abierto.
Don Antonio,
con su experiencia a campo abierto, y su gran afición a los toros, debió pensar
que algo nuevo podría llevar él a las plazas de toros. Aquellas lujosas jacas
con sillas regias sueltan todos aquellos arreos y toma la silla vaquera, ya
tenemos en la fiesta algo variado de loque venía siendo, como lo que quiere es
torear, no hay toros para el rejoneador y toros para los espadas de a pie.
Cañero era un matador más, y por ello sorteaba con los matadores.
Retrato a Pastel Antonio Cañero:
Autor José Luis Cuevas
Que tienes Córdoba mía
para el arte del toreo,
que pareces elegida
por un capricho del Cielo.
¿Será por tu gente seria
que tú seas la mejor,
será el duende de tu tierra?
será que lo quiso Dios.
Escritas están en oro
las páginas de tu historia;
no hay gloria como la gloria
que dio tu gente del toro.
Califato del toreo,
y hasta en el rejoneo
brilla un mito en los albores:
fue don Antonio Cañero,
maestro del que aprendieron
los buenos rejoneadores.
Domingo Echevarria
CORDOBA ES TIERRA DE
MUCHA VERDAD.
La colocación
del toro es fundamental para torear para salir bien del embroque y para
arrimarse lo más posible al astado, sin faltar a todo ello lo fundamental:
Torería. Fundamentalmente es hacer la lidia clásica en poco terreno, los
terrenos propios son los medios, pero tiene gran valor sacar a un toro manso,
cerrado en tablas. Nos encontramos con
un militar sobrado de valor conocedor de los terrenos y de los secretos de la
lidia, inteligente y artista con mucho temple en su magisterio de domar caballos,
con una tremenda afición por las corridas y no menos personalidad, su nombre
don Antonio Cañero.
CÓRDOBA
TUVO QUE SER.
Tuvo además la
suerte de contar con una cuadra de caballos bien domados y toreros, destacando
su <<BORDÓ>>, que les bastaron un par de años para hacerse el amo
de los ruedos. Verle lidiar con aquella hermosa cabalgadura era todo un
espectáculo nunca visto, al reunir una belleza y cualidades para la lidia,
desconocida hasta la fecha. caballo y caballero se encontraron en un arte al
que le dieron un sello propio, ambos aportaron lo suyo para que, con el
complemento del toro, se crearan verdaderas esculturas toreras de un nuevo sol
naciente como era la tauromaquia de Cañero.
Tuvo un fuerte
carácter dentro y fuera de la plaza, como nadie es profeta en su tierra, a
pesar de darle gloria a la ciudad que le vio nacer, sus méritos quedaron un
tanto olvidados. José Luis de Córdoba,
decía con motivo del homenaje en el 40 aniversario de su muerte, en el diario
<<CORDOBA>>: <<Don Antonio Cañero hubiera
merecido algo más. Córdoba, su tierra, lo es deudora, por distintos conceptos,
de eterna gratitud>>:
<<LA BORDÓ>>
Bordó ¿Se puede escribir la Tauromaquia de Cañero sin hacer
una detenida reflexión sobre el nombre de esta jaca torera?
Nadie podrá dudar de la categoría torera y profesional del
rejoneador do Antonio Cañero, pero en su carrera artística el nombre de
<<Bordó>> es definitivo para la realización suprema de su obra
artística. Todos los rejoneadores han tenido su caballo preferido, al que han
depositado más confianza y el más querido, ni mejor ni peor que el resto de la
cuadra, el más querido, el de más valor, el de más corazón y el que más han
visto mas torero.
Su raza era anglo-árabe, capona y colina de capa castaña,
tres albas, como podemos comprobar en las fotos que de ella publicamos. Su
cabeza y cuatro cascos disecados están en el Museo Taurino Municipal de
Córdoba. Don Gregorio Corrochano, nos dice en << Teoría de las corridas
de toros>>: Una tarde en Córdoba, resbaló y cayó, quedando el jinete en
posición descubierta, peligrosa frente al toro, El toro iba al derribado
rejoneador y entonces la jaca se levantó, arrolló a Cañero y se llevó al toro.
Su muerte se
produjo en una tierra también de grandes toreros a caballo. Cañero había
toreado en Lisboa, notando que el caballo se había encontrado un poco
indispuesto, dejándolo en Portugal para no aventurar la salud de la
<<Bordó>>. Hay versiones donde se dice que la jaca fue asesinada,
metiéndole una aguja de hacer punto entre las costillas, lo que perforó el
pulmón y le hizo sufrir una dolorosa agonía. También se dice que la noticia la
recibió den Antonio en la plaza de toros de Cartagena en una tarde que debía
torear. Los cascos y su cabeza disecados donados por la esposa de don Antonio
Cañero, tras la muerte del cordobés, su viuda Doña María Morales Vida. Ahí
están en el Museo Municipal de Córdoba. Don Antonio puso la comida y la
<<Bordó>> puso el postre para que el banquete torero fuese
saboreado por los ruedos toreros.
TOROS EN PUNTAS
Realidad palpitante tiene don Antonio Cañero, al entender que
la fiesta de los toros es un bello espectáculo, donde el hombre pone en juego
su vida ante un enemigo como es el toro, que a la vez se convierte en
colaborador necesario para que la obra de arte pueda realizarse.
Y don Antonio Cañero salta al ruedo con toda la verdad de su
tauromaquia, y como esta tauromaquia viene del campo donde la verdad en las
actuaciones de sus hijos es algo sagrado e intocable, el artista afronta a los
toros con <<todas sus verdades>> que tiene el campo. Nada de
embolar a los toros como era costumbre en su época, por parte de los
rejoneadores portugueses, y menos todavía tocar la integridad de las puntas de
los toros.
Es más, tiene
tanta confianza en su tauromaquia que incluso el ir montado a caballo es una
ventaja con el resto de los matadores de a pie, debía pensarlo Cañero, porque
no sólo se conformaba con entrar en sorteo con ellos, sino que, cuando de las
reses a sortear había alguna con más trapío y pitones las solicitaba para él,
aliviando los lotes de los matadores.
TORERO PIE A TIERRA
Ya por el año 1915 toreó en Córdoba una corrida benéfica, la cual fue
fué dirigida por Joselito el <<Gallo>>; de dicha corrida podrán ver
a Cañero descabellando a su enemigo socorrido por Joselito. En cuantas
ocasiones tuvo Cañero, participó en festivales y corridas benéficas
aproximadamente hasta el año 1921. Lo cual le hizo conocer las suertes del
toreo y sobre todo adiestrarse con la espada para matar los toros
estupendamente en todo lo alto. Su gran afición se demuestra cómo pie a tierra
está con garbo ante unos toros de tremendos pitones, algo que nunca le asustó a
este genial torero.
CABALLERO INSIGNE
Cañero, primer caballero
del arte del rejoneo.
Cordobés tenía que ser
para sellar la certeza
que la tierra cordobesa
es la cuna del toreo.
¡Qué certero en los rejones!
Pie a tierra fue el primero,
y ante su empaque torero,
se quitaban el sombrero,
los mejores matadores.
Enseñó al mundo entero
cómo vestir de campero,
en una feria de mayo,
y a vestirse de torero,
desde el tacón al sombrero,
a la silla de un caballo.
Primer Hermano Mayor
de su hermandad rociera.
Hizo a Córdoba romera,
marcándole los caminos,
que siguen los peregrinos,
al llegar la primavera.
Fue devoto de la Virgen,
de su rocío romero,
y a ella quiero pedirle
por el gran rejoneador;
aquel caballero insigne,
que en gloria lo tenga Dios.
Domingo Echevarría
Mi caballo piafa
cuando salta a la plaza,
cuando el peligro avanza.
Mi caballo torero
me hace decirle te quiero;
por su entrega y salero
¡vivan los caballos toreros¡
Por Córdoba la Sultana
se pasea un caballero,
señor con porte torero
de apellido Cañero.
<<Lagartijo>>, el primero
<<Guerrita>>, el segundo
<<Manolete>>, el tercero
Cañero, Califa del rejoneo,
Con su <<Torda<< y
<<Bordó>>
muchos triunfos cosechó
vistiendo el traje camper o
con señorío y valor
Paco Laguna
UNA CORRIDA PARA LA
HISTORIA
Valor histórico
tienen los datos que vamos a detallar, de la última corrida celebrada en la
vieja plaza de toros de Madrid, para ello acudamos al semanario <<EL
RUEDO>>, de fecha 31 de octubre del año 1946.
<<En pleito
diversos ganaderos con la Empresa madrileña, y divididos aquellos con la
constitución de tres sociedades tituladas Unión de criadores de Toro de Lidis,
Asociación de Ganaderos de Toros Bravos y Asociación de Ganaderos de Toros de
Lidia-disidente ésta de las primeras- se anunciaron seis toros salmantinos de
don Ángel Sánchez y Sánchez, para ser lidiados por Marcial Lalande, Joaquín
Rodríguez, Cagancho y Rafael Vega de los Reyes.
Para ser rejoneados
como preludio de la corrida, por el caballero cordobés don Antonio Cañero,
también se anunciaron dos toros del no asociado den Martin Martin.
Cuando a las tres y media de la tarde y a los compases del
pasodoble, Marcial, eres el más grande, cruzaron por última vez aquel ruedo los
lidiadores, estalló una imponente ovación.
De los dos toros anunciados para rejones sólo se lidió el
primero, <<Capuchino>>, porque don Antonio Cañero, después de
rejonearle y banderillearle con toda brillantez en el empeño a pie resulto
cogido al iniciar, frente al tendido I, la faena de muleta siendo el último
artista que visito la enfermería de la vieja Plaza, donde le apreciaron un
puntazo que le impidió continuar la lidia.
POR QUIEN DOBLAN LAS
CAMPANAS
Un veintiuno de
febrero del año 1941, la Córdoba taurina se vistió de luto, había muerto Rafael
Guerra <<Guerrita>>, el segundo Califa del Califato Taurino
Cordobés. Un torero recio, poderoso y señorial era ya historia. Triste coincidencia, otro veintiuno esta ves
del año 1952 los cordobeses se preguntan ¿por qué doblan las campanas? Otro gran cordobés
recio, dominador, lleno de vigor y genio, pasaba también a la historia, en tan
señalado día para la tauromaquia cordobesa.
Cuando en esta ventosa mañana de febrero hemos llegado a la
Huerta <<La Viñuela>>, nos parece que de un momento a otro vamos a
ver salir la figura inconfundible del rejoneador cordobés don Antonio Cañero -
corpulencia arrogante bajo la sombra del sombrero de ala- y que va a saludarnos
con la afabilidad de otras veces, con esa sonrisa aúrea que era perenne en su
semblante. Y es que su <<coche>> -también inconfundible-en el que
él paseaba a diario por la ciudad, atrayendo las miradas de los que, al
respecto actual, la administración a la figura de antes estaba allí, a la misma
puerta, acaso esperando dar al gran caballista un último paseo que ya no podrá
ser.
Porque
-realmente- don Antonio Cañero yace en la cama donde exaló el postrer suspiro,
en la madrugada anterior. Ya está amortajado un sencillo traje de calle, de
oscuro color- y ya le trasladan al ataúd un arca de caoba con herrajes de
plata- . Córdoba tuvo el orgullo de que su nombre fuera llevado en triunfo, por
toda España y por el extranjero, por esta figura clásica, el único, el
indiscutible primer rejoneador español, conocedor a fondo de los secretos a caballo
maestría en la dona. El funeral por el eterno descanso del alma de Cañero tuvo
lugar el 21 de febrero de 1952 a las once de la mañana, en la parroquia de San
Lorenzo. Seguidamente
recibió sepultura en
el cementerio de San Rafael.
TEXTOS Y FOTOGRAFIAS
EXTRÁIDOS DEL LIBRO DEL AUTOR PACO LAGUNA, TITULADO
TAUROMAQUIA DE CAÑERO
POR: JOSELUIS CUEVAS
UNAS FOTOS DE DON
ANTONIO CAÑERO
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