lunes, 22 de julio de 2024

             








        OCHENTA AÑOS SIN “EL GUERRA”

Evocación del Segundo Califa de la torería


Acuarela de Rafael Guerra “GUERRITA”, obra del pintor Daniel Perea Rojas (Burgos 1836 – Madrid 1909) dibujante de “La Lidia”, “Sol y Sombra” y “Blanco y Negro”, autografiada por el propio torero.

(Cedida por su propietario el cronista taurino Jesús Ron Serrano)

Cuando vi anunciado, para el domingo 10 de octubre, la “gran becerrada en homenaje a la afición cordobesa” –que en realidad es “a la mujer cordobesa”, aunque se haya querido hacer extensivo a toda clase de aficionados sin discriminar sexo ni edad–, he pensado que “Guerrita” volvería a sentarse, una vez más, en el palco celestial desde el que preside este evento taurino, desde hace ochenta años.

         Rafael Guerra y Bejarano “Guerrita”, el segundo Califa de la torería dejó, en su Córdoba natal, una amplísima estirpe de hijos, nietos, biznietos y tataranietos, y lo lógico es pensar que, a pesar del tiempo transcurrido, se hubiera mantenido vivo el recuerdo del patriarca. Sin embargo, al margen de alguna anécdota u ocurrencia, y de saber que fue un importante torero cordobés, la mayoría de sus paisanos sabemos poco de la vida y milagros del que fue, en el último decenio del siglo XIX, el torero más importante de España.

1.- SUS ORÍGENES

        Nació en Córdoba, el día 6 de marzo de 1862. Hijo de José Guerra y de Juana Bejarano, dedicados ambos a la tenería o curtido de pieles, negocio de la familia materna en el que tenían participación, lo que les permitía vivir con holgura.


Antigua tarjeta postal de la casa en la que nació Rafael Guerra y Bejarano “Guerrita”, número 42 de la, entonces, Acera del Hospicio y que hoy día se llama Acera de Guerrita, sita entre la plaza de Colón y la Avenida de los Molinos, frente al Palacio de la Merced, actual Diputación Provincial que, en el aquel entonces, era Hospicio.

         Para su bautismo, el día 8 de marzo en Santa Marina, fueron designados como padrinos el famoso y legendario torero cordobés José Dámaso Rodríguez y Rodríguez “Pepete I” y su esposa, Rafaela Bejarano, que era tía del recién nacido, o sea hermana de su madre. Pero el día de la recepción de las aguas bautismales, “Pepete I” estaba ausente –hay cronistas que dicen que fue testigo de la ceremonia– y fue representado por el abuelo materno del neófito, Mariano Bejarano. El motivo de la ausencia del designado como padrino, fue que se encontraba en Madrid, firmando el contrato para torear en la vieja plaza de la Puerta de Alcalá, también llamada de los Campos Elíseos, el día 20 de abril de ese mismo año.

          Y así fue, porque cuando “Guerrita” tenía tan sólo 45 días de vida, el que debió ser su padrino de bautismo, toreó en Madrid un mano a mano con Cayetano Sanz. Era la primera corrida de la temporada, y el segundo toro de aquella tarde se llamó “Jocinero”, berrendo en negro, capirote, botinero y alunarado, bien armado, aunque ligeramente corni-corto, y pertenecía a la vacada de Don Juan Miura.


Momento en que el toro “Jocinero” de Miura, hiere mortalmente a “Pepete I”

         Dicho morlaco, que recibió más de diez puyazos y mató a seis caballos, entró en la jurisdicción del picador Antonio Calderón y lo derribó. Al tratar “Pepete I” de hacer el quite, resultó corneado mortalmente en el pecho.

         Con su muerte, inauguró dos trágicas listas: la de toreros muertos por toros del legendario hierro; y la de los diestros apodados “Pepete”, que han sido corneados mortalmente, como José Rodríguez Davié “Pepete II”, muerto en 1899, y José Gallego Mateos, conocido como José Claro “Pepete”, fallecido en 1910.


Retratos de José Dámaso Rodríguez y Rodríguez, “PEPETE I”

        “Pepete I”, fue el fundador de la dinastía de los Rodríguez de Córdoba, que abarcó a su hermano –sólo de padre–, llamado Manuel Rodríguez Luque, que fue un buen subalterno, primero en apodarse “Manolete” y que, a su vez, casado con Ángeles Sánchez Gómez –prima hermana de “Lagartijo” el grande–, fue padre de los matadores José Rodríguez Sánchez “Bebe chico” Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” (padre). En consecuencia, “Pepete I” fue tío abuelo del más famoso y universal Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”.

2.- SUS INICIOS

      Pero sigamos con nuestro personaje: Rafael Guerra y Bejarano.

         Tenía doce años, cuando su padre fue nombrado portero-conserje, también denominado Llavero de la Casa Matadero de Córdoba, y fue allí donde el niño Rafael inició sus andanzas taurinas, enfrentándose a unos becerros de la ganadería de Don Rafael Barbero que estaban destinados a ser filetes en los hogares cordobeses.

         La hazaña la repitió varias veces el chiquillo hasta que, una mala noche, junto a un aspirante a picador apodado “California”, trató de enfrentarse a un utrero que estaba en los corrales, siendo sorprendido y duramente reprendido por su padre que, desde la muerte de su con-cuñado “Pepete I”, había acumulado odio y repudia hacia las corridas de toros.

       A pesar de la oposición familiar, el “veneno” por ser torero estaba ya inoculado en el ADN del joven Guerra quien, con el apoyo del influyente cordobés Don Tomás Conde y Luque y del buen aficionado Rafael Sánchez, de la familia de los “Poleo”, empezó a hacer notar sus facultades y valor en varios tentaderos, lo que le abrió las puertas para entrar a formar parte de la cuadrilla de “Los niños de Córdoba” que organizó el antiguo subalterno cordobés Francisco Rodríguez “Caniqui”, cuya composición inicial fue con dos espadas: Ricardo Luque “El Camará” –hijo del matador de igual apodo Antonio Luque y González–; y Manuel Martínez Diterlet “Manene”. Y cuatro banderilleros: Rafael Rodríguez Calvo “Mojino” –hijo del propio “Caniqui”–; Rafael Guerra y Bejarano “El Llaverito” –primer apodo que adopta por ser su padre el dueño de las llaves del matadero–; Rafael Bejarano Carrasco “Torerito” –sobrino político de “Lagartijo” el grande–; y José Diaño “Orejitas” –al que el Cossío nombra como José Diañe “Orejita”–.


Retrato del entonces Rafael Guerra “El Llaverito”, vestido de torero

        Esta cuadrilla comenzó sus actuaciones en Andújar los días 8 y 9 de septiembre de 1876, fechas que se pueden consignar como las del debut en público como torero de Rafael Guerra Bejarano.

          Un año duró su permanencia en la cuadrilla de “Los niños de Córdoba”, y otro año más en el que su padre lo obligó a trabajar en el taller de curtido de pieles e incluso lo mandó a un colegio a Archidona (Málaga), para que preparase su ingreso en la carrera militar, intentando que se olvidara de los toros.

3.- COMIENZA SU CARRERA

         Pero todos los intentos de su padre fueron inútiles, y en 1878, con 16 años cumplidos, comenzó de verdad la carrera taurina nuestro protagonista, como banderillero en novilladas, cautivando a los públicos con sus actuaciones, siendo en Alcoy, en agosto de ese año de 1878, cuando mató, por primera vez, un novillo a petición del público.

         El 26 de junio de 1879 se presentó ante la afición de Madrid y aun continuó una temporada más actuando exclusivamente en festejos de novillos –periodo de formación que en aquella época era preceptivo e imprescindible para poder actuar de subalterno en corridas de toros–. Al comienzo de la temporada de 1881 ingresó en la cuadrilla del famoso matador cordobés Manuel Fuente y Rodríguez “Bocanegra”, iniciando su periplo como banderillero en festejos mayores. Pero con “Bocanegra” sólo estuvo un año, porque al siguiente se enroló en la del sevillano Fernando Gómez García “El Gallo”, momento en el que dejó de apodarse “El Llaverito” y pasó a ser definitivamente Rafael Guerra “Guerrita” en los carteles.


Cartel de la Plaza de Madrid de 1882, en el que “Guerrita” aparece como banderillero de la cuadrilla de Fernando “El Gallo”, el padre de Rafael “El Gallo” y de “Joselito”.

          El prestigio y la fama que “Guerrita” adquirió en su labor como banderillero a las ordenes de Fernando “El Gallo”, trascendió de tal forma que los empresarios exigían a éste, que en los contratos figurara el compromiso de actuación del joven banderillero cordobés, porque era un fuerte reclamo publicitario para atraer hacia las taquillas a los buenos aficionados, y su nombre llegó a figurar en los carteles con el mismo tamaño de letra que el de los matadores. El aprecio que Fernando “El Gallo” tenía por su subalterno, quedó patente cuando le pidió que fuera padrino de bautismo de su recién nacido hijo Rafael, el que pasados los años sería el famoso Rafael Gómez “El Gallo”.

           , efectivamente, en junio de 1882 “Guerrita” fue padrino bautismal de Rafael “El Gallo”, lo que no impidió que en septiembre de 1885, “Guerrita” se despidiera de Don Fernando “El Gallo”, al incumplir éste la promesa que le había hecho de incluir en su cuadrilla a su amigo “Mojino” y al picador “Matacán” en vísperas de actuar en la murciana Caravaca de la Cruz.

          Su despedida la hizo a través de un telegrama cuyo texto decía: “Enterado por su carta que no van a Caravaca ni Mojino ni Matacán, yo tampoco voy. Rafael”

         De cara a la temporada de 1886, el entonces más famoso banderillero de España, quedó libre y sin cuadrilla. Pero por poco tiempo, ya que el Primer Califa de la torería, o sea su paisano Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”, lo enroló en sus filas, acogiéndolo con tal afecto e interés que a un hijo no lo hubiera tratado de mejor forma.

         Hay que decir que sus actuaciones como banderillero en corridas de toros, tanto a las ordenes de “Bocanegra”, como de “El Gallo” y de “Lagartijo”, las alternaba con otras en las que participaba como matador de novillos.


Curioso cartel en seda de una novillada en la Plaza de los Tejares de Córdoba. El día 6 de enero de 1887 a las 14,30 horas, “Guerrita”, “Torerito”, “Manene”, Mojino” “Melo” y “Bebe” (todos de Córdoba),con novillos de Laffitte de 4 a 5 años, actuando de subalternos los mismos novilleros. La entrada más cara 30 reales (0,045 €) y la más barata 6 reales y 40 céntimos (0,011 €) –la peseta era moneda oficial de España desde 1868–, y los militares sin graduación y niños menores de 7 años, podían entrar dos con una entrada. (Guerrita” era banderillero de “Lagartijo”, y tomó la alternativa ese mismo año).

(Propiedad del autor)


4.- LA ALTERNATIVA Y LIDERAZGO

         Dos años duró el aprendizaje de “Guerrita” como miembro de la cuadrilla de “Lagartijo”, pues llegado el día de San Miguel de 1887, en la Plaza de Toros de Madrid, el propio Primer Califa, le dio la alternativa al que, con el tiempo, llegaría a ser el Segundo Califa. Justo ese día hacía 22 años que Antonio Carmona Luque “Gordito” había hecho lo propio en Úbeda con “Lagartijo”, y como homenaje a su jefe de filas, padrino y protector, “Guerrita” quiso que se incluyera en los carteles, debajo de su nombre, la misma advertencia que apareció en el de la alternativa del que era su maestro, y que reza así: “Alternará, por primera vez en esta plaza, confiando más en la indulgencia del público que en sus propios conocimientos, y procurará llenar su cometido con el mayor lucimiento posible”

          Siguiendo la crónica que sobre tal acontecimiento realizó el periodista y revistero taurino aragonés afincado en Madrid, Mariano de Cavia y Lac “Sobaquillo”, hacemos el siguiente resumen: “El Califa iba de verde y plata, y de perla y oro su heredero…el toro se llamaba “Arrecío” y pertenecía a la ganadería de Núñez del Prado –según otras publicaciones pertenecía al hierro de Don Francisco Gallardo, cuya única ganadería descendiente en la actualidad es la de Partido de Resina (antes Pablo Romero), mientras que con ascendencia en Núñez del Prado están los hierros actuales de Urcola y Conde de la Maza–, y “Guerrita” terminó con él de una estocada al volapié, hasta la mano, tres intentos de descabello y un golpe de puntilla. Ovación por todo lo alto… –aún no se había implantado la norma de cortar apéndices de la res como premio al torero–. El cuarto se llamaba “Tinajero” –los cinco toros restantes, después del de la alternativa, fueron de la ganadería de Juan Vázquez–, en quites, “Guerrita” fue aclamado por la muchedumbre… hubo momentos que hasta el toro aplaudió…y fueron monumentales los pares de “Guerrita” y los de “Lagartijo”…ovación final…” y termina colocando el nombre de “Guerrita” junto al de los generales Prim y Serrano y el almirante Topete, por… “la audacia de elevar el toreo a la altura de la Revolución” –refiriéndose a la Revolución de 1868 que encabezaron dichos militares–.

         Cuando tomó la alternativa, Rafael Guerra tenía 25 años, y habían pasado once desde que ingresó en la cuadrilla de Los niños de Córdoba, y seis desde que se enroló en las filas de “Bocanegra”.



Rafael Guerra “Guerrita” entrando a matar a buen ejemplar del toro de la época

           Aún tuvo tiempo, en esa temporada de 1887, de torear en el mes de octubre dos corridas más, una en Barcelona y otra de nuevo en Madrid. El 30 de dicho mes embarcó en Cádiz, rumbo a La Habana, junto a Francisco Arjona Reyes “Currito”, el hijo de “Curro Cúchares”, con un contrato en el bolsillo para torear, cada uno, 14 corridas de toros, por las que percibieron 18.000 duros (590,41 €) y otra corrida de beneficio –se llamaba corrida de beneficio la que toreaba como único matador, siendo él el beneficiario de toda la ganancia, si la había–. “Guerrita” sólo toreó doce de los catorce festejos contratados, porque sufrió dos lesiones, y la de beneficio no la toreó hasta el día 5 de febrero de 1888, y en ella mató los seis toros de sendas estocadas, dos pinchazos y un descabello. Regresó a Cádiz el 21 de marzo, con otros 23.000 pesos cubanos (unas 160 pesetas, o sea 0,96 €) que fue el beneficio de esa última corrida, después de haber estado en América casi cinco meses.

        La temporada española de 1888 la inició en Sevilla, emparejándose por vez primera con Manuel García Cuesta “El Espartero”, que tenía dos años de antigüedad de alternativa más que él, y del que todo el mundo, sobre todo la afición sevillana, hablaba maravillas. Se entabló de forma artificial una rivalidad entre los dos nuevos valores: “El Espartero” versus “Guerrita”; pero ese enfrentamiento, ante el poderío que desde en principio mostró “Guerrita”, fue imposible de mantener por parte del diestro sevillano y terminó, definitiva y desgraciadamente, el 27 de mayo de 1894, en la plaza de toros de la carretera de Aragón de Madrid, cuando el toro “Perdigón” de Miura puso fin a los 29 años de vida de Maoillo “El Espartero”.


“Guerrita”, la gran figura del toreo desde 1888 hasta 1899

         “Guerrita” toreó en 1888 setenta y cinco corridas, de ellas dieciséis en Madrid. Al año siguiente siguió en la misma tónica, y aunque las actuaciones en la capital fueron sólo nueve, ya era el torero predilecto de toda la afición española.

         Al célebre revistero Antonio Peña y Goñi, director de la revista “La Lidia”, se le caía la baba cuando hablaba de “Guerrita”; y a “Sobaquillo”, que lo denominaba “l’enfant terrible” y era declarado “Lagartijista”, admitía que era el heredero de “Lagartijo” y “Frascuelo”. Y todos, en general, estaban de acuerdo en que cuando actuaba en Madrid, lo hacía como en su propia casa.

“Guerrita” en plenitud de éxito. Retrato al óleo de Julio Romero de Torres

(CONTINUA EN 2ª PARTE) 


Textos y maquetación de 

Cayetano Melguizo

José Luis Cuevas

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254.-

                





                     RAFAEL MOLINA SÁNCHEZ “LAGARTIJO”,

EN LA FERIA DE ABRIL DE SEVILLA DE 1875...



Para la feria de abril de Sevilla DE 1875, el representante de Lagartijo, Rafael Sánchez Gómez Poleo (primo del diestro), le gestionó tres tardes en el coso del Baratillo, las dos primeros en abril y la tercera en mayo con motivo del Corpus Christi. Se firmó para formalizar el compromiso, el siguiente Convenio y Obligación que transcribimos:

( Copia literal del citado convenio)

DON RAFAEL OSUNA Y SIERRA Y RAFAEL MOLINA Y SÁNCHEZ , conocido por “Lagartijo”.-

Convenio y obligación:

        En la ciudad de Córdoba, a treinta de octubre de mil ochocientos setenta y cuatro, ante mi DON ANGEL OSUNA Y GARCIA, Notario,.......y testigos.....parecieron: DON RAFAEL OSUNA Y SIERRA, casado, mayor de cuarenta años y vecino de Sevilla.....y de la otra DON RAFAEL SÁNCHEZ Y GÓMEZ, conocido por “Poleo”, en concepto de apoderado de RAFAEL MOLINA Y SÁNCHEZ conocido por Lagartijo”.....dijeron:



         Que el primero como contratista que es, de la plaza de toros de Sevilla, tiene resuelto dar tres corridas de aquellos animales cada una, los días 18, -19 ó 20 -del mes de abril del año próximo, las dos primeras en las indicadas fechas y días, que se celebra la feria de Sevilla y la tercera el 27 de Mayo, o sea, el día del Corpus Cristi del propio año, por cuyo trabajo y el de su media cuadrilla, que llevará a ellas el Rafael Molina y Sánchez, conocido por “Lagartijo”, le pagará los días de las dos funciones primeras: VEINTE Y OCHO MIL REALES, iguales a siete mil pesetas, y por la tercera que es la del Corpus Cristi, le pagará QUINCE MIL, equivalentes a tres mil setecientas cincuenta pesetas, en dinero efectivo metálico, puesto de su cuenta y riesgo en las casas.....acabadas de celebrarse las funciones, habiendo convenido para todo ello las condiciones, que son a saber:

           1º El Rafael Sánchez y Gómez, compromete a su mandante Rafael Molina y Sánchez conocido por “Lagartijo” a que asista, como asistirá, a lidiar las tres corridas....llevando por su cuenta, dos picadores de número, tres banderilleros y un puntillero.......




         10.-Que si algún toro se vuelve atrás y no es posible enchiquerarlo, habiendo por lo tanto en la corrida un toro menos, no por esto se le bajará cantidad de ninguna clase de la ajustada para las corridas.....

         Firmaron con los Mariano Junquito y León y Don Aquilino Seoane y Carracedo.- Rafael Sánchez.-Rafael Osuna.-

Signado: Angel Osuna García.- Todos rubricados-

(Archivo de Protocolos de Córdoba.-nº 85-oficio nº 


MONTAJE LAGARTIJO EN ANDUJAR 

             En aquellos tiempos, como se percibe leyendo nada más que el contrato, era un torero muy importante para cualquier feria española, y de forma fundamental para las de más rango. El año en que se firmó este documento, fue de los más brillantes de su trayectoria taurina. Entre otras razones por la manifiesta rivalidad con un primer espada como fue Frascuelo; rivalidad que no enemistad, de dos grandes de la tauromaquia. Desde 1868 que se encontraron el 7 y el 11 de junio en Granada, fue tomando cuerpo la susodicha competencia, dejándose notar incluso en los tendidos. Ver en el ruedo a los dos, cada cual desarrollando sus mejores cualidades taurinas, avivaba a la afición y por tanto crecía mucho la tensión entre el bando “lagartijista” y el “frascuelista”. El escritor Bachiller González de Rivera, describía así la conjunción de ambos:


Rafael Molina Lagartijo citando al natural

        ...“Aquellos dos toreros, tan opuestos, tan grandes, se complementaban armonizándose…,Parecía como si las tremendas estocadas arrancando de Salvador, debieran ir engarzadas en las largas portentosas de Rafael, y los pares de banderillas incopiables del cordobés, en los inmensos quites aguantando del granadino.”...

        Resumimos la actividad de Lagartijo en la temporada en que se firmó el contrato, para significar lo grande que era nuestro paisano, porque el siguiente – 1875 – no fue tan completo como éste de la rúbrica (1874).

          Realizó el paseíllo en Madrid catorce tardes, con un destacado nivel artístico, a juicio de la mayoría de críticos especializados.

          Coincide esta etapa, con el cierre de la histórica plaza de la Puerta de Alcalá. Motivo por el cual, se celebró una corrida el 18 de julio con la participación de Lagartijo y Frascuelo, que lidiaron seis toros de Aleas. Poco después – el 4 de septiembre – se inauguró el nuevo coso de la Carretera de Aragón. Tarde en la que se jugaron diez ejemplares: dos de Veragua, dos de Manuel García Puente, dos de Carlos Navarro y uno por hierro de las ganaderías: Antonio Hernández, Ildefonso Núñez de Prado, Anastasio Martín y Miura. Para los espadas: BOCANEGRA, LAGARTIJO, CURRITO, FRASCUELO, VICENTE GARCÍA VILLARDE, CHICORRO Y VALDEMORO.

Fue una temporada interesante tras diez, de encabezar el grupo de espadas sobresalientes.

          Por citar algo de nuestros lares, el 24 de mayo de 1874, toreó en Los Tejares de Córdoba, acartelado con su primo político Bocanegra, lidiando toros de Vicente Romero García.


Francisco Bravo Antibón

José Luis Cuevas

Montaje y Editor
Escalera del Exito 254

 LAGARTIJO “EL GRANDE"

Primer Califa del toreo 


...y a mí me causa un respeto imponente”…dice una estrofa del poema que el poeta-costumbrista malagueño José Carlos de Luna dedica al gitano Rafael Flores Nieto “El Piyayo”. Y a mí, me ocurre otro tanto de lo mismo al pretender hablar de la figura de Rafael Molina Sánchez “Lagartijo, el Grande”, el auténtico, el primer Califa de la tauromaquia y uno de los grandes pilares básicos de la historia del toreo. Hijo del modesto banderillero Manuel Molina de la Vega (Niño de Dios) y de María Sánchez Serrano hija de Rafael Sánchez torilero del coso de los Tejares, conocido por el Poleo, (apodo fundamental para la historia de la tauromaquia cordobesa).

     Rafael Molina Sánchez “Lagartijo” nació en Córdoba en la calle Los Molinos n° 10, del torerísimo barrio del Campo de la Merced el día 27 de noviembre de 1841. Desde muy chiquitito tiene contacto con el ambiente taurino hasta llegar a enrolarse en la cuadrilla de “niños cordobeses” de Camará.
En mi anterior artículo “TOREROS MERCEDARIOS“, explicaba que el barrio de la Merced era un vivero de jóvenes aficionados al mundo del toro. La proximidad del matadero viejo donde la vida de muchas familias cordobesas giraban entorno a él (jiferos, despojeras, carniceros etc.), era lugar donde siempre llegaban para ser sacrificados animales bravos, que los jóvenes aficionados trataban de probarse con ellos. De allí salieron cuadrillas infantiles, para iniciarse en el oficio y hacerse excelentes banderilleros, picadores o matadores de gran fama, la mayoría emparentados unos con otros. Dicen los libros que en ese barrio se daban festejos para que en ellos participaran aquellos jovencitos que querían hacerse toreros. 

              El niño de Manuel Molina “El Poleo" con apenas nueve años comenzó en el oficio de banderillero actuando en la cuadrilla creada, como hemos apuntado, por Camará en un festejo organizado por el Ayuntamiento cordobés, con motivo de la feria de otoño festividad de la Virgen de la Fuensanta (8 de septiembre) del año 1852, para obtener fondos con destino a sufragar la construcción de un murallón junto al río Guadalquivir. Tal fue su portentosa actuación, que tuvo que repetir con la misma cuadrilla el 26 de diciembre de ese mismo año, en la lidia de seis novillos que fueron picados por las señoritas picadoras María Josefa López de Granada y Tomasa García de Jerez de la Frontera. Esta misma cuadrilla, por sus destacados triunfos, tuvo después numerosas actuaciones por distinta ciudades de Andalucía y otras regiones españolas. 


            Allá por el año 1856 Rafael ingresa en el matadero para trabajar de mozo de nave, donde el padre del que luego sería famoso torero “Guerrita" era portero del mismo, y es quién eleva una denuncia al jefe de personal en los siguientes términos: “pongo en su conocimiento que el mozo de nave Rafael Molina se permite saltar las tapias de los corrales del matadero para torear las reses bravas destinadas a la venta pública, infringiendo las normas y las órdenes dictadas, por lo que le solicito lo expulse de inmediato prohibiéndole en lo sucesivo la entrada en este establecimiento”….

        El 29 de junio de 1861 hace su presentación en Córdoba para lidiar novillos de Barbero formando terna con “El Panadero" y Francisco Rodríguez “Caniqui". Un mes más tarde (25 de julio) vuelve a los Tejares formando parte de la cuadrilla de José Sánchez “El Poleo” y el sevillano Manuel Domínguez en la lidia de seis “becerros de cuatro años” del hierro de Miguel Muñiz. Luego lo hizo en la cuadrilla del infortunado José-Dámaso Rodríguez “Pepete”, y más tarde en 1862 entra a formar parte del
personal subalterno de “El Gordito" el día que éste tomó la alternativa en Córdoba. 
          Ese mismo año, 15 de agosto, recibe su bautismo de sangre en Cáceres al ser herido gravemente en el muslo derecho por un toro de la ganadería de Benjumea. Y sin estar restablecido torea en Bujalance (Córdoba) el 24 de septiembre donde se estrena como matador estoqueando reses de Barbero al frente de una cuadrilla de toreros noveles. En este mismo mes, la reina Isabel II le invita subir al palco de la Real Maestranza sevillana, para hacerle entrega de una cadena de oro como premio por el extraordinario par de banderillas que había puesto al cuarto novillo de la tarde.

          Con las banderillas y la espada Rafael Molina logra muchísimos y sonados triunfos que le hacen decidir tomar la alternativa. Ésta tiene lugar en la plaza de toros de Úbeda (Jaén), el 28 de septiembre de 1865, de manos de su maestro Antonio Carmona “El Gordito", quien le cedió la muerte del toro “Carabuja" del hierro de la marquesa de Ontiveros. En la plaza de Madrid el 15 de octubre del mismo año, le fue confirmada dicha alternativa por el diestro Cayetano Sanz, en festejo en el que también actuaba “El Gordito. Le fue cedida la muerte del toro “Barrigón" de doña Gala Ortiz.
         A poco, llegamos a una etapa gloriosa en la que dos hombres, uno de Córdoba y otro de la granadina Churriana, van a escribir las páginas más brillantes de la historia del toreo de aquella época: “Lagartijo y “Frascuelo”. Con tantos toreros como había, a su alrededor, ninguno tenía la capacidad ni la calidad para enfrentarse a los dos colosos. Unicamente el llamado Francisco Arjona Reyes “Currito", hijo de “Cúchares", sobrino nieto de “Curro Guillén", tenía los recursos técnicos de su progenitor pero realizaba un toreo más reposado, severo y preciso aunque se le apoderaba la abulia y la apatia con mucha más frecuencia que la deseada. Según “Don Ventura” eso fue, lo que le impidió enfrentarse a la pareja “Lagartijo y “Frascuelo".
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EL PRIMER CALIFA 


         Rafael Molina y Sánchez “Lagartijo". ¿Quién fue el que lo elevó al trono árabe del Califato cordobés? El excelentísimo señor de las letras, Mariano de Cavia “Sobaquillo", el primero de los periodistas en aplicarle esa hipérbole taurina para probar, el sentido universal que tienen los aragoneses. 



        De Curro Romero se ha dicho, alguna vez, que merece ir a la plaza por verle hacer el paseíllo -yo lo he dicho de Rafalito Soria Molina “Lagartijo”, sobrino-bisnieto del primer Califa- y los más recalcitrantes hasta saben los pasos que da, cuando recorre desde la puerta de cuadrillas hasta la presidencia de la Real Maestranza. Pero el honor primero de semejante confesión de fe partidista corresponde a aquél Rafael Molina y Sánchez “Lagartijo". Era tal la elegancia, la apostura, el bien andar y mejor vestir del cordobés, que los “lagartijistas", se conformaban con solo eso, con verle hacer el paseíllo. Claro que, para fortalecer esa fe, en muchas ocasiones, luego venía todo lo demás: “el valor rozando la temeridad, el estilo puro, grave y florido a la par, gentil, flexible, sobrio y afiligranado al mismo tiempo”. Además, empezó siendo un buen estoqueador y acabo con sus famosas “medias lagartijeras" que eran un recurso como demostración de su conocimiento del peligro y de la técnica y no de el pasito atrás tan traído y llevado que le censuraban sus enemigos. Este “defecto” lo convierte en virtud el “partido” “Lagartijista", el más fanático que torero alguno haya tenido y de ahí nace el mito de la “media lagartijera".
         Su ejemplo lo siguieron años después Marcial Lalanda y su poderdante Pepe Luís Vázquez.
          Pero “Lagartijo" fue mucho más. Dada su elegancia incopiable, su apostura y dignidad, lograba un estilo de belleza en los lances que el público captaba como un halago que transfiguraba la fiereza de la fiesta. Hay una anécdota que confirma esa impresión del público. Toreaba Rafael Molina en Madrid y se disponía a banderillear un toro, suerte en la que fue incomparable. Para esperar que los subalternos colocaran al toro en suerte salió al medio del redondel. Allí quedó, ligeramente curvada una pierna, y las banderillas, cogidas con una sola mano, apoyadas en la cadera. Era una estatua en la que el escultor había acertado plenamente con la postura. El público lo sintió así y rompió en una cerrada ovación, como si hubiese acabado de practicar la suerte más arriesgada. Este tipo de belleza en la plaza hace presentir un fondo de arte que “Lagartijo" impone, arrastra a sus fanáticos y logra que la espuma de la afición, escritores, artistas plásticos y los aficionados más exigentes se le entreguen.
        La muestra inapelable de la categoría técnica de “Lagartijo" es que en sus veintiocho temporadas completas como matador de toros solo sufrió un percance más que grave, una cornada en el brazo derecho que le produjo el toro “Charratelo", de Bermúdez, lidiado en Madrid el 22 de junio de 1873. 


            El primer Califa se retiró del toreo en el año 1893 en cinco corridas que se celebraron en Zaragoza, Valencia, Bilbao, Barcelona y Madrid. En la de Zaragoza lidió toros de Espoz y Mina, antes ”Carriquiri", el 7 de mayo, y en las siguientes, todas de la ganadería de Veragua, el 11 del mismo mes en Bilbao, el 21 en Barcelona, 28 en Valencia y el 1 de junio en Madrid. Siempre en solitario. Dio la casualidad que ese día 1 de junio era la fiesta del Corpus y que la procesión se celebraba a la misma hora que la corrida. Se imaginan ¿cual fue la solución? Pasar la procesión a la mañana de aquel esplendoroso jueves que no lo fue tan brillante en lo artístico para un preclaro artista. Algunos se conformaron con su peculiar “larga cordobesa". Inimitable como aquel quite del perdón del Sócrates de San Bernardo o la media verónica con la que el toro “Picoco" dejó a Curro Romero en la Maestranza de Sevilla.
           Rafael Molina y Sánchez “Lagartijo" falleció en Córdoba el 1 de agosto de 1900. A lo largo de sus veintiocho temporadas de matador de toros actuó en 1.632 corridas, de ellas, 404 en Madrid, y mató 4.687 toros. Muy cordobés en todo, en su toreo, en su forma de andar, divertirse y hasta sentenciar. “Valía dinero verle hacer el paseíllo", comentó “Guerrita", repito. Elegante, gracia grave, reposada, leve y enérgica . Y es que ser cordobés presta carácter. Se cuenta que la cabeza de la escultura ecuestre que tallara en mármol blanco el escultor Mateo Inúrria para Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán) situada en Plaza de las Tendillas de la ciudad de la Mezquita, era la que el escultor había esculpido para un monumento en memoria de “Lagartijo".
         También se dice que la duquesa de Osuna, parecía que había heredado la sensibilidad de su antepasada, porque le regaló en 1884 una petaca de oro y brillantes. ¿Y de sus amores que se sabe? Pues, no es que haya muchas noticias. Sabemos que era bromista con sus amigos piconeros del barrio de Santa Marina, en cuya Iglesia fue bautizado. Y muy juerguista, pero muy al estilo cordobés…sin dar publicidad a sus correrías. Se casó con Rafaela Romero, de Bujalance (Córdoba), y su matrimonio no fue desde luego una balsa de aceite. Cuando ya llevaban unos cuantos años de unión, la esposa, de la mano de su padre, inició un proceso de separación que terminó con la demanda de los bienes gananciales por parte del suegro, a lo que “Lagartijo", mirándole de soslayo y de arriba abajo, le comentó: “No sabía que durante todos estos años le he tenido, a mi lado en los ruedos matando toros". Hubo una separación civilizada y los últimos años de su vida Rafael Molina vivió con Dolores Bejarano, con la que no se casó pese haber enviudado de la tal Rafaela.

          Dolores Bejarano era hermana de Antonio un banderillero cordobés al que apodaban “El Carrana" unos y “La Pasera" otros. Y ella fue la que le cortó la coleta al primer Califa a la sombra de las encinas de la finca “Las Pendolillas", propiedad del torero y sin testigo alguno. Solo Dolores en aquella soledad del campo junto al héroe, al que ella iba a dedicar sus desvelos una vez que había abandonado el escenario de sus grandes triunfos; el ruedo. Pero hubo una foto posterior que se realizó en el domicilio de Dolores en Córdoba capital, en la calle Domingo Muñoz, en la que, aparentemente, el barbero Miguel Carrasco cercena el más ilustre símbolo torero de nuestra historia porque un “lagartijista" quería tener semejante documento gráfico.
            De sus devaneos y aventuras en sus años gloriosos no hay mucha documentación escrita aunque puede ser un botón de muestra la anécdota que contaba el periodista Antonio Bellón en uno de sus últimos escritos publicados en la revista Aplausos: “Lagartijo" había sido invitado a cenar a casa de una adinerada familia y, al ser recibido por la señora de la casa, esta le dio toda clase de explicaciones porque el marido no se encontraba con ella.
         -“No sabe lo apenada que estoy, mi marido ha tenido que salir de viaje”. Así, una vez y otra repitió su lamento plañidero para lo que “Lagartijo" no tenía ninguna contestación. Al fin, aquella mujer, un poco desconcertada por la falta de respuesta, le espetó la siguiente pregunta:
-¿Usted Rafael, no dice nada?
       Y Rafael, muy serio y cauteloso, como siempre fue, pronunció esta sola palabra:
-“Esnúate”.
    Lo cierto es que la seriedad y la mesura de Rafael Molina “Lagartijo" tenía su válvula de escape en numerosas fiestas y francachelas en las que él era prodigo con sus dineros y versátil con sus amoríos.
     El 29 de septiembre de 1887 Rafael Molina le concedió la alternativa a su sucesor en el Califato, Rafael Guerra Bejarano “Guerrita", sucesor también de “Frascuelo" en ese trono que compartía la pareja más definida y longeva de la historia del toreo y, el 24 de octubre de ese mismo año, una señora que había tratado de entrevistarse con “Lagartijo" sin conseguirlo, le esperó a la puerta de su casa y le disparó un tiro de revólver, sin que, afortunadamente, hiciera blanco. Alguien pensará en otra aventura amorosa, pero, aquella señora lo que quería era pagar con un asesinato frustrado, una deuda que tenía con “Lagartijo", de no pocos miles de duros y que éste, en su legítimo derecho, reclamaba judicialmente.
       Para finalizar solo un matiz: reiterarles una cualidad que han notado cuántos de su arte trataron y que merece consideración especial: su elegancia. Ella se impuso siempre y brilló hasta en sus fracasos. Decidles además, que con “Lagartijo" se empieza hablar de toreo artístico, y que ese elogio coincide con el sentir popular de los aficionados selectos, conocidos en el mundo de las letras y de las artes. No se trata ya del “arte del toreo", sino de la aparición de cualidades plásticas en él, aparte de las emotivas que nunca se le negaron y que aspiraban hacer considerada como elementos de una bella arte. 
         El arranque de esta consideración artística fue sin duda la figura y la apostura de Rafael Molina Sánchez “Lagartijo". Por ellas es el cordobés el primer torero que hace pensar en incluir el toreo entre las Bellas Artes.



Antonio Rodríguez Salido.
ompositor y letrista.-
Escalera del Éxito 176.-


Jose Luis Cuevas
Montaje y Editor
Escalera del Éxito 254